Biografía

Sit Nomen Domini Benedictum 

 

Nombre y Apellidos                 Domingo Gil Baro, Presbítero

            Después de 49 años de Sacerdote, ahora me ha tocado a mí ser “jubilado” de todo oficio con cura pastoral. Dios me lo dio, Dios me lo quitó

 

            Sigo, no obstante, con la Dirección del Archivo y Biblioteca de la Diócesis de Asidonia-Jerez. Me la encargaron el año 1981 y aún sigo en la brecha con igual o mayor júbilo que el primer día. Hasta que el cuerpo aguante … o me aguanten.

 

            Siempre me planteé esta “missio canonica” como un servicio de la Iglesia, por mi medio, al  pueblo creyente o no creyente, de Iglesia o no de Iglesia. Me era  suficiente contar con la honestidad de la gente, con su buena voluntad, y su deseo de buscar y hallar la verdad.  Yo me he encontrado con ello y me ha bastado. Y, en respuesta a tales valores y calidad humana de los Investigadores en nuestro Archivo, he procurado, con mis compañeros y compañeras, colaboradores míos en el trabajo, hacerlo lo mejor que he podido y sabido. No siempre con  suficientes medios. Pero esto es normal.

 

            Lo cierto es que ahora puedo y quiero compartir sosegadamente con cuantos “naveguen” por esta página algunas riquezas del Archivo diocesano. Me gustaría que esta plataforma fuera a partir de ahora continuación, pero a lo grande y ancho, de la Sala de investigación de nuestro Archivo. A los atrevidos nos gusta lo difícil. Y yo soy uno de ellos. Los archivos eclesiásticos almacenan auténticos tesoros de  historia. Leída ésta con amor, a distancia de cientos de años, enseña mucho. Y sobre todo introduce en los misterios del hombre y sus instituciones por vías insospechadas. Oficio del archivero no es preocuparse por hacer historia, antes bien proporcionar medios para que otros mediten en alta voz sobre la historia. Si el material que aportará este Archivo a los investigadores les apunta nuevas trayectorias de investigación, Dios sea bendito.

          Además, este trabajo no requiere defensa, porque tampoco la consiente gran parte de sus defectos. Ya desde ahora agradezco a los posibles y deseados críticos su comprensión y benignidad en acoger estas aportaciones. Lo bueno que pueda haber en ellas se debe a la materia. Los errores son todos míos. Y como tales los asumo. A María, Madre de la Sabiduría, encomiendo la siembra. Cosecharla es otro cantar. Siempre fue de Dios.